Ubicado en la ribera noroccidental del continente africano, el Sáhara Occidental fue antaño una colonia española hasta que Marruecos lo anexó en 1975.
En 1991, un armisticio mediado por la ONU concluyó con 16 años de hostilidades entre Marruecos y el Frente Polisario, el cual aboga por la soberanía de esta región.
Dentro del convenio de la ONU, se contemplaba la realización de un plebiscito para decidir el estatus del Sáhara Occidental.
Sin embargo, tres décadas después, dicho plebiscito permanece en el limbo, cada vez más alejado de la posibilidad de concretarse.
Mientras el Polisario insiste en un referéndum de autodeterminación como única solución, Marruecos desestima tal consulta y propone autonomía como única alternativa, una postura que va ganando aceptación entre los actores globales.
El Sáhara Occidental es considerado uno de los grandes dilemas geopolíticos olvidados. Aquí desentrañamos sus raíces y protagonistas clave.
El territorio se sitúa en el extremo occidental del desierto del Sáhara, extendiéndose a lo largo de aproximadamente 1,000 kilómetros de litoral atlántico.
Limita al norte con Marruecos, al este con Argelia y al sur y sureste con Mauritania.
Con 266,000 kilómetros cuadrados, su extensión es considerable, pero su terreno inhóspito alberga a poco más de medio millón de habitantes.
No obstante, posee vastas reservas de fosfato y uno de los caladeros pesqueros más opulentos del orbe.
Históricamente habitado por tribus bereberes, el Sáhara Occidental fue colonizado por España en 1884 y medio siglo después, en 1934, se transformó en una provincia española, conocida como Sáhara español, hasta que la ONU instó a su descolonización en 1965.
Para entonces, ya se cernían sobre el Sáhara Occidental las aspiraciones del Reino de Marruecos, que había obtenido su independencia en 1959 pero había reclamado el territorio durante siglos, y también de Mauritania.
Sin embargo, también surgió en el propio Sáhara Occidental un movimiento independentista, con la fundación, en 1973, del Frente Polisario.
En 1974, España anunció sus planes para otorgar mayor autonomía a los saharauis y propuso organizar un referendo de independencia un año después.
No obstante, España se retiró en 1975 sin haber llevado a cabo dicho referendo y Marruecos se anexó el Sáhara Occidental y alentó a miles de marroquíes a establecerse allí.
En noviembre de 1975, 350,000 marroquíes cruzaron la frontera en la llamada Marcha Verde para presionar por la reivindicación del reino.
El Frente Polisario, que a partir de ese momento libró una guerra de guerrillas contra las fuerzas marroquíes que duraría 16 años, proclamó en febrero de 1976 la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), con el apoyo de aliados como Argelia.
Mauritania abandonó sus reclamos territoriales en 1979.
En su lucha contra las fuerzas marroquíes, el Polisario inicialmente tomó la delantera, antes de tener que replegarse hacia el interior.
Durante la década de los 80, Marruecos construyó una serie de muros concéntricos en el desierto, la mayoría de arena, para mantener a los combatientes del movimiento fuera del territorio donde había establecido el control.
La línea defensiva más externa se extiende a lo largo de 2,700 kilómetros, rodeando el 80% del Sáhara Occidental ahora bajo control marroquí.
Está fortificado con alambre de púas y trincheras y forma uno de los campos de minas más grandes del mundo.
La RASD controla solo el 20% del territorio, en su mayoría desierto vacío.
La lucha se prolongó hasta 1991, cuando la ONU negoció una tregua que preveía la celebración de un referendo.
En 1991, el Consejo de Seguridad acordó crear la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso) como parte de un arreglo que preveía un período de transición para preparar la celebración de una consulta en la que los saharauis eligieran entre la independencia y la integración con Marruecos.
Casi 30 años después, ese referendo sigue sin celebrarse: primero por discrepancias sobre el censo de votantes saharauis y después por un rechazo frontal de Marruecos a aceptar la consulta.
Rabat ofrece como única vía una propuesta de autonomía, mientras el Polisario no acepta otra cosa que no sea un referendo de autodeterminación.
La RASD es reconocida por más de 80 países —entre ellos varios latinoamericanos como México y Ecuador— y es miembro de la Unión Africana.
Naciones Unidas como un territorio no autogobernado, pero reconoce su derecho a llevar a cabo un referendo de autodeterminación.
Sin embargo, ante el bloqueo en la ONU, las grandes novedades en los últimos años han sido las decisiones de algunos Estados, principalmente la tomada por Estados Unidos a finales de 2020, y ahora la de España.
El Gobierno español respaldó en el año 2020 la iniciativa marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental como la forma «más realista» de resolver el conflicto, lo que supone un cambio en la posición oficial del país, pues hasta ahora defendía los acuerdos en Naciones Unidas para celebrar un referendo.
La decisión sigue al giro tomado por EE.UU. en diciembre de 2020, cuando el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una declaración reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.
Mientras tanto, Naciones Unidas se mantiene en su centralidad para avanzar en un «proceso político» que conduzca a una solución del conflicto del Sáhara Occidental.
Pero la realidad es que la postura marroquí se ha visto fuertemente reforzada con los giros dados por España y EE.UU., y Rabat contaba ya con el claro apoyo de Francia, que es uno de las cinco potencias con poder de veto en el Consejo de Seguridad.
El referendo de autodeterminación parece, por tanto, una opción cada vez más lejana.